Despertar en tierra extraña
Una piedra fría le presionó la mejilla, áspera e inflexible. La conciencia se deslizó lentamente, como zarcillos de niebla que se filtran por pasillos olvidados. Los ojos de Marcus se abrieron con un parpadeo, esforzándose por enfocar en la penumbra. El suelo bajo él no era la mullida alfombra familiar de su dormitorio, sino un complejo mosaico de fragmentos de piedra erosionada, cada pieza contando una historia silenciosa de tiempos antiguos. La cabeza le palpitaba con un dolor sordo, los recuerdos fragmentados y distantes. Lo último que recordaba era volver a casa desde la biblioteca de la universidad a altas horas de la noche, con las farolas proyectando largas sombras. Ahora todo era diferente. Enormes arcos de piedra se alzaban a su alrededor, con intrincadas tallas que representaban criaturas que nunca antes había visto: seres serpentiformes con múltiples ojos, humanoides alados entrelazados con patrones geométricos imposibles. Lentamente, Marcus se levantó, con los músculos protestando a cada movimiento. El aire se sentía diferente aquí: espeso, con una humedad terrosa, cargado de aromas de musgo y algo metálico que no podía identificar. Los sonidos ambientales susurraban a su alrededor: el gorjeo lejano de pájaros desconocidos, un suave susurro que podría ser el viento entre una vegetación desconocida. Su ropa no había cambiado: el mismo jersey de lana oscura y los mismos vaqueros de aquella noche en la ciudad. Pero algo iba sutilmente mal. El tejido parecía ligeramente alterado, los hilos brillaban con una iridiscencia casi imperceptible que antes no existía. A su izquierda se alzaba una enorme puerta, tallada en lo que parecía una piedra de color verde intenso que parecía palpitar con una luz interior. En sus bordes danzaban intrincadas runas, símbolos que parecían matemáticos y orgánicos a la vez. Parecían moverse ligeramente cuando no se les miraba directamente, como una escritura viva que escapaba a la comprensión. La formación académica de Marcus hizo acto de presencia. Como doctorando en mitología comparada, reconoció el significado potencial de lo que le rodeaba. No era un lugar cualquiera: cada superficie, cada sombra sugería capas de significado que esperaban ser descifradas. Respiró hondo, se levantó y se quitó el polvo de piedra de la ropa. El primer paso sería observar y trazar un mapa de su entorno inmediato. Sobrevivir, comprender, descubrir... Ésas serían sus prioridades en este nuevo y extraño mundo.